Cuando un amigo se va… sí, claro que deja un vacío, un vacío
terrible es el que nos ha dejado a muchas y a muchos Mario Salvatierra y por
muchas razones.
Mario siempre tenía una palabra o muchas, para explicar lo
que pasaba en el mundo y sobre todo, lo que le pasaba a la socialdemocracia europea,
su pasión. Pero también tenía palabras amables, un chiste o una historieta que
finalmente te hacía reír, partirte de risa sobre alguna anecdota de Argentina y/o los peronistas, su otra pasión. Ese era Mario, locuaz y dicharachero,
aunque también sabía ser serio, riguroso y un pelín acido también.
Mario estaba enamorado de Almería y de una almeriense,
Marisa. Compartimos anécdotas y experiencias de Rodalquilar y la Isleta del
Moro, nos mandábamos fotos y nos recomendábamos sitios para comer y estar.
Recuerdo que la semana santa pasada le mandé una foto del
cartel señalizador de “Salvatierra de los Barros” e hicimos chistes sobre su
apellido y sus orígenes.
Ese era Mario. El que mandaba los chistes más divertidos y
también los más malos por WhatsApp. El que hacía las críticas más atinadas
sobre la situación política. Largos y largos discursos plagados de citas
filosóficas después de intensas comidas con buena carne y mejor vino.
Ahora no sé quién nos señalará la ruta a seguir por la socialdemocracia
europea. Quien interpretará los cambiantes simbolismos de cada puesta en escena
de los “liderillos/as” del socialismo español. Quien nos recomendará tal o cual
libro de Owen o de Piketty.
Mario, te has ido muy pronto y nos has dejado muy solos.
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