Oigo en una radio hablar del Cambio Climático. En
concreto que los glaciares de la Antártida (que vete tú a saber dónde queda
eso) están retrocediendo, apunto de llegar al punto de no retorno.
También, agoreros ellos, hablan de que en Groenlandia (algo
más cerca, creo, pero también legiiiisiiiimos) la banquisa (masa helada del
centro de Groenlandia, con una extensión de más de 2 millones de Kms cuadrados
de extensión, así como 4 veces nuestro pequeño país, España) está deshelándose
a un ritmo, ya tal alto, que ha sobrepasado ese punto de no retorno a partir del
cual es imposible que vuelva a helarse en la misma magnitud.
.- ¿Y qué? -me dice un señor que pasa por debajo de mi ventana al que le
grito la mala nueva-.
.- ¿Y qué?, - le digo- pues que solo con el deshielo de
Groenlandia, el mar puede llegar a subir unos siete metros. Uno de aquí a mitad
de siglo.
.- Y a mí que -Me responde- Pongo la toalla más arriba, o
que la Ministra de Medio Ambiente eche un poco más de arena a la playa.
.- Que no hombre -le digo yo-. Que no. Pon la mano a un metro del suelo.
Y el ciudadano, va y pone la mano más o menos por su
cintura.
.- Ya -me dice-, ¿Y qué?
.- Pues eso, que el metro que sube el mar es eso. No es un
metro menos de playa. Es que nos quedamos sin playas, sin puertos, sin
chiringuitos, sin hotelitos en primera línea, sin ventanas en los restaurantes
sacudidos por el oleaje invernal, sin paseos marítimos, sin Playa de la Concha
y sin Moll de la Fusta.
.-Pues a mí plin, yo vivo en Villaverde y hasta aquí no creo
que llegue el agua.
Esta conversación, o una parecida, me ha tocado mantener los
últimos 15 años en cuanto hablaba de las consecuencias del deshielo de los
polos y del aumento del nivel del mar. En cuanto hablaba del Cambio Climático,
no como la suma de unas emisiones de CO2, que vete tú a saber qué es eso, sino
como la constatación de que nuestro planeta está enfermo y nosotros somos los
principales culpables de esta enfermedad.
Mientras pensamos en si el metro que sube el nivel del mar
es así o asá, retroceden los glaciares, tenemos el invierno más seco en 150
años en Valencia, Alicante, Murcia y Teruel (que para la sequía sí que existe).
Mientras pensamos en donde esta Groenlandia, tenemos las mayores inundaciones en años en Serbia y Bosnia y nos
preparamos para una ola de huracanes en el pacífico que puede ser histórica.
Mientras pensamos en si gana el Madrid o el Atleti, si es
bueno o malo cerrar al tráfico el centro de las ciudades, si debemos limitar
las plazas de aparcamiento o bajar el precio del Transporte Público para dejar
de usar el coche, principal fuente de contaminación de nuestra ciudad.
Mientras pensamos en “que lo hagan otros”, nuestro futuro se
consume como un helado de cucurucho. Nos hemos comido la punta y se nos cae
el chocolate por todas partes y solo se nos ocurre seguir sorbiendo.
Seguramente algún día nos demos cuenta de que tenemos que
apostar SOLO por las energías del Sol y el viento, que el ahorro y la
eficiencia CREAN EMPLEO y además alivian la presión sobre los cambios
climáticos.
Algún día nos daremos cuenta y espero que en el cucurucho aún quede
helado, pero visto lo visto, me parece que no caerá esa breva y nos daremos
cuenta de que se ha acabado, cuando ya no tenga remedio. Hommo contaminatus
summus.
Mientras los países se intercambien el derecho a contaminar más o menos, como mi hijo cambia cromos, lo llevamos claro.
ResponderEliminarCuando te acostumbras a reciclar y te retiran los contenedores de papel y cristal del barrio sin razón ni explicación tampoco te lo facilitan mucho.
Lastima de planeta.