Si hay una actividad que me dé más repugnancia que La
Caza, son las corridas de Toros, pero tengo que reconocer que mi fobia por estas,
es más reciente.
Que un Señor o Señora con escopeta, se esconda tras un
parapeto para esperar que otros señores (aquí sí en masculino) les lleven a
seres vivos para acribillarlos a
balazos, perdigonazos o de lo que se llenen los cañones de sus escopetas, es
superior a mis fuerzas.
Tampoco me gustan los que van en plan paseo dominical
disparando a todo lo que se mueve, incluidos ciclistas y senderistas (y habló
con conocimiento de causa y muchos perdigonazos oídos a escasos centímetros de
mis piernas, brazos y cabeza).
Entiendo que La Caza pudiera ser una actividad tradicional,
también lo era la quema de herejes, pero mira tú, a nadie se le ocurre hoy
quemar a un hereje (o si, que algunos con casulla y tonsura no sé yo, no sé
yo).
Incluso puedo llegar a admitir que en algún momento muy
puntual, algún tipo de caza (descastes los llaman en tesnico lenguaje) es
necesaria para controlar especies cuya proliferación insostenible, tiene que
ver más con la mano del hombre (y de la mujer también) que con sus propias
capacidades regenerativas. Aunque yo prefiero la menos impactante “esterilización”.
Pero lo que mi corta mente es incapaz de entender, es porque
tenemos que matar como deporte, como ocio, como actividad lúdica.
Ni lo
entiendo ni quiero entenderlo. La muerte no entra entre mis prioridades.
Pero lo que me subleva (así, en plan 2 de mayo) es el
exquisito trato que se les da a los cazadores y a sus actividades. Un trato que
hace que nadie quiera mencionar (en partidos que tienen entre sus preceptos
acabar con la injusticia, que quieren un sistema republicano laico y que
apuesta por una España Federal), ya no la abolición de La Caza, sino ni tan
siquiera una limitación, una pequeña cortapisa. Nada de nada.
El lobby de los cazadores es muy fuerte y sobre todo, tienen
mucho dinero y mucho poder.
Porque no olvidemos que en el Prestige, uno de los grandes
desastres ecológicos de nuestro país ¿Dónde estaban los mandamases?. Cazando.
Solo recuerdo en los últimos 20 años o más un Ministro que
haya dimitido por un escándalo. ¿Qué escándalo?. Que siendo Ministro de
Justicia, estaba en una montería con un Juez famoso (otra prueba de lo que
digo: Un juez, famosísimo y mundialmente reconocido defensor de los humanos,
que mira tú por donde, también es cazador, vaya por Dios).
Y eso sin mencionar a nuestro monarca, que se rompe las
caderas cazando elefantes en donde haga falta.
Y ahora mi Borjamari favorito, firma un convenio con
Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León para que el permiso de caza
(o de matar, que para el caso es lo mismo) sea válido indistintamente en estas
comunidades.
Mira tú que es complicado, incluso imposible, que se
coordinen en temas de sanidad, de educación, de medio ambiente, pero en lo de
la caza. Una montería bien montada un fin de semana, les ponemos juntos a los
Consejeros en el mismo puesto (que no digo yo que haya pasado, pero no sería ni
la primera ni la última vez) y pim, pam, pum, un acuerdo entre tiro y tiro.
Y encima los ilustrados, que en todos sitios hay, te espetan,
a la que te descuides, que "La Caza es parte de la genética de nuestra especie.
El Hommo Contaminatus caza por que recuerda lo que sus ancestros hicieron y de
esa manera se reconcilia con su origen animal".
Anda que no. Yo diría más bien, que los Cazadores son más
animales y más bestias que a los que disparan y desde luego, si con algo me
parece que emparenta La Caza es con actividades clandestinas poco
edificantes, porque si no ¿para que
esconderse en un parapeto en medio de un monte? Si no fuera eso, pues quedarían
en un Museo o Campo de fútbol, o en un restaurante de moda de una o varias
estrellas Michelin. Que luce y además es menos opaco.
Lo dicho. Ni cazo ni creo que nadie deba cazar, pero hacer
ostentación de buena gestión ambiental y de capacidad de coordinación por
aprobar un carnete de cazador multicomunitario, esto ya me lleva a los
demonios.