miércoles, 20 de noviembre de 2013

El espírtu líquido de Gregorio Portero



 
Vaya, no se llama así, se llama Gregory Porter y nació en California, pero da lo mismo, es un cantante universal y si no te lo crees escucha su último dísco “Liquid Spirit” y luego me cuentas.

Estuvo en el último festival de Jazz de Donostia y mi amigo y otra mitad de El Autobus Azul, Andrés, me habló maravillas y curiosidades (lleva un casco negro que al menos hasta donde sabemos no se quita nunca, él dice que por estética y las malas lenguas que por una enfermedad cutánea. Da lo mismo, no le afecta a su voz y a su sensibilidad musical que es lo que ahora más nos importa), me decía que tenía que escucharle, aprender de su forma de cantar (anda que no, si yo tengo que aprender a cantar de cualquiera, de la prima de mi amiga Diana de Arenas por ejemplo, que canta copla a cualquier hora mejor que la Piquer. Admito apuestas).

Pues a lo que iba. A Gregorio le oí el otro día en la Sala Clamores y me impresiono. Tuve la sensación de estar escuchando a un grande, a alguien que va a hacer historia en la música.

Para empezar su presencia es tremenda. Es, como diría el clásico “todo humanidad”, cerca de los 2 metros en redondo, no es que este gordo (tiene su tripita) es de esos negros (perdónenme si alguien se ofende, pero ¿es que nosotros no somos de color?) americanos grandes les mires por donde les mires, por algo fue jugador universitario de fútbol americano (y ya se sabe, el rugby es un deporte de brutos jugado por caballeros, el fútbol un deporte de caballeros jugado por brutos y el fútbol americano, un deporte de brutos, jugado por brutos).

Pero lo más sorprendente, bueno, una de las cosas más sorprendente es su buena disposición su ausencia absoluta de divismo. Llegamos una hora antes de la hora prevista del concierto para coger un buen sitio (luego no lo fue tanto) y estaba allí Gregorio aguantando fotos y más fotos de sus fans. Luego al finalizar el concierto otra ronda de fans agasajando al “ídolo”, fotos, firmas, sonrisas, abrazos. Agotador sobre todo después de 2 horas de jazz a todo trapo. Pues eso, una vez en el escenario sorprende su sensiblidad, su dulzura incluso. Acomete cada tema sin forzar las entonaciones pero dando una lección de cómo utilizar su instrumento (su garganta) para sin entender ni papa de inglés (mi caso) comprender que te quiere decir en cada momento. 

Hay que decir que su banda, un pedazo de banda, ayuda lo suyo. 

Todos instrumentistas de altos vuelos, un saxo (Yosuke Sato) complejo,  que se la juega en cada solo y sale más que airoso. Un bajista (Aaron James) contenido hasta que llega su momento y se soltó un solo de aúpa, con una muy arriesgada propuesta llena de matices y muy alejada de la línea melódica más al uso. Lo suyo fue casi cubismo picassiano al bajo.

El pianista (Chip Crawfor) sólido y también arriesgado y el batería (Emmanuel Harrold) ajustado, preciso y preciosista. Vaya, un “pedazo de banda” y mientras, Gregorio les dejaba hacer a su gusto con solos largos y efectivos, pero  cuando su voz entraba en liza volvía a imantar al personal que se elevaba del suelo hasta tocar bajos profundos y tesituras rozando la perfección y durante toda la noche no rompió la voz ni una sola vez, no lo necesito. Trasmitió todo sin necesidad de usar artificios. Todo lo que hizo fue natural y sencillo, lo más difícil, sin ningún género de dudas en cualquier oficio y en la música quizás más.

En resumen, os recomiendo “Liquid Spirit” y si veis por ahí que actúa, no lo dudéis. Pillar una entrada y disfrutar.


jueves, 14 de noviembre de 2013

NUNCA MÁIS UNA JUSTICIA INJUSTA




No al PHN, Nunca máis, No a la Guerra, Basta ya, son algunas de las frases más oídas durante el pasado decenio en las calles de toda España.

Empezamos con el Plan Hidrológico Nacional y la oposición de gran parte de Catalunya, Aragón, Castilla-La Mancha y una manifestación enorme, la primera gran manifestación en Madrid después de años y años de sequía manifestante, el 11 de marzo de 2001. Fue, nunca mejor dicho, la gota que colmó el vaso de 6 años de Gobiernos Populares y el segundo año de rodillo absolutista del ínclito Aznar.

En diciembre de 2002, unos día después del desastre del Prestige, participé en una manifestación de repulsa organizada por los Grupos ecologistas en la que estuvimos, siendo optimistas, 2.000 personas. En Febrero nos reunimos en Madrid, ya con el apoyo de todo el mundo, más de medio millón de personas gritando “NUNCA MAIS”. Tal era la dimensión de la catástrofe, que además movilizó por primera vez en la historia una marea de monos blancos solidarios que nadie ni esperaba ni alimento, fue un flujo inesperado pero a la vez imprescindible.

Ahora nos enteramos de que estas dos luchas, desiguales, pues era la fuerza de la razón contra la razón de la fuerza, el Partido Popular y sus satélites quieren eliminarlas, laminarlas, extinguirlas, anularlas como si no hubieran existido (en el caso del PHN a través de una mención en la Ley de Evaluación Ambiental permitiendo los trasvases de cuenca sin otro criterio que la decisión política).

Mientras escuchaba ayer al Juez del caso Prestige leer, el nunca mejor definido, fallo del tribunal, pensaba en las gentes de Carnota (donde estuve recogiendo chapapote en febrero de 2002) o en las de Vigo y Pontevedra (que me enseñaron miles de pájaros en cámaras frigoríficas asesinados por el cruel “chapapote” del Prestige y que pacientemente habían ido recogiendo de playas y acantilados para documentar las terribles secuelas de un cúmulo de decisiones desacertadas). En esas gentes, que deben pensar que los culpables del vertido del Prestige deben ser ellos por vivir en la Costa da Morte o en las Rias Baixas. O debemos ser también culpables los miles de voluntarios que acudimos a Galicia, a Asturias a Cantabría a Euskadi, a limpiar el petróleo vertido por la especulación y la irresponsabilidad.

Una justicia que tarda 11 años, no es justa.

Una justicia que es incapaz, por acción u omisión, de inculpar a quienes todo el mundo sabe que fueron los verdaderos responsables de las decisiones que llevaron a espolvorear de chapapote 1.600 Kms de costa atlántica, no es justa.

Una justicia que es incapaz de reconocer la responsabilidades de ese desastre, y que reconoce como “acertada” una decisión, la de alejar el barco a alta mar, a todos luces principal responsable de la catástrofe posterior, no es justa.

Pero no importa, seguiremos en la brecha, también para que decisiones como la de este tribunal no se vuelvan a producir nunca más, y para que no se nos olvide.

Hoy hablamos de las mareas, la blanca de la sanidad, la verde de la educación, pero estas mareas de hoy, la movilización ciudadana del 15M de 2011, se fraguaron, tuvieron su inicio en aquellas del Plan Hidrológico Nacional, en el NUNCA MAIS y en sus voluntarios, en el NO A LA GUERRA. Solo espero que como dice el refrán “de aquellos lodos estos chapapotes” aprendamos a cuidarnos de estos chapapotes también con el voto y cambiar muchas cosas, entre otras los juzgados. NUNCA MAIS

lunes, 4 de noviembre de 2013

Pon una Estelada en tu vida.



Hemos pasado el puente de todos los Santos (felicidades por cierto) en la comarca de Osona en Barcelona. Más exactamente en Folgueroles, pueblo cuna del poeta Jacinto Verdaguer, uno de los más reconocidos escritores en catalán y como no podía ser de otra forma, cientos, miles de Esteladas colgaban de sus balcones.

Nuestras amigas, los amigos y amigas de nuestras amigas, sus familias quieren una Catalunya independiente de España, pero no quieren romper sus lazos con España. 

Hablaba con el padre de una de ellas y me decía, “queremos seguir siendo amigos de España” y yo le decía, “no es posible, los hermanos, son hermanos además de amigos y pueden romper, pero siguen siendo hermanos” y esto es como yo, madrileño siento a los catalanes, leoneses, gallegos, vascos, andaluces y extremeños.

Otra constatación que hemos hecho y choca con lo que la prensa nacionalista española nos cuenta todos los días, es que el sentimiento independentista no es fruto de una confabulación judeomasónica entre Mas y Junquera. No.

Hemos podido constatar que es un sentimiento, que puede ser que haya sido manipulado, pero fundamentalmente por las atroces declaraciones de los políticos “españolistas” sobre todo del PP, y especialmente de aquellos que como Esperanza Aguirre, por ejemplo, incluso llegaron a insinuar el uso del ejército para calmar la reivindicación de los catalanes.

He vivido, y quizás en otras zonas de Catalunya no sea así, como en cada casa, pero literalmente, en cada casa, colgaba una Estelada y eso, no puede ser casualidad, (no veo yo a los militantes de ningún partido político colgando noctámbulamente Esteladas por los balcones).

Hemos hablado mucho de todo esto, era lógico, nosotros queríamos y ellas/os querían. Hemos hablado de lo que sentimos (a un lado y otro de la “frontera” leridana), de lo que nos pasa, de la crisis y de sus consecuencias y hemos llegado a la conclusión (y sino que lo digan, que aquí tienen este blog para debatirlo) que hay muchos, pero muchos más puntos en común que disensiones entre nosotros, entre las personas que hemos nacido en Madrid y en Vic o en Badajoz y en Girona. Eso sí, también he podido apreciar como el “nacionalismo”, excluyente por definición, ha ido modelando unos tópicos y unos mitos curiosos. Por ejemplo: Todos/as en Catalunya hablan de los problemas de recortes en la Sanidad y de los problemas que tienen de listas de espera, falta de recursos en los hospitales, etc, etc.  Pero  también, curiosamente, como se percibe que eso pasa solo o más agudizado en Cataluña que en el resto del Estado y claro, cuando les cuentas lo que está pasando en Madrid, el discurso afrentado se deshace como un azucarillo.

Me pasa lo mismo en Madrid o en Extremadura cuando hablo sobre Cataluña. Da la impresión de que son los catalanes los culpables por hablar en otra lengua de los males que nos aquejan. Como si la privatización de la Sanidad o el desempleo tuvieran algo que ver con los versos de Espriu o del aludido Verdaguer. 

En esto es evidente que sí que tienen razón en Catalunya y lo explotan los “independentistas”. Cada vez que el Wert habla de castellanizar Cataluña, salen 10 independentistas catalanes más. Cada vez que El Mundo, La Razón, ABC insultan la inteligencia colectiva con un nuevo panfleto en contra de Cataluña, 100 ciudadanos catalanes ponen una Estelada en su balcón.

He vuelto a constatar que los nacionalismos (y el español lo es y además con un tufillo a fascistoide que echa para atrás, mucho más que el catalán), en cuanto confrontas dos realidades concretas con sus pros, sus contras, sus contradicciones y sus bondades, se desintegra y te das cuenta de que el problema no es de banderas, fronteras o lenguas, sino de desigualdades, pobrezas, mala gestión de los recursos, los poderosos afirmando su poder sobre los pobres, de luchar para conservar los derechos conquistados que quieren arrebatarnos. Vaya, ni más ni menos que lo de siempre y lo de todos los sitios.

Creo y puedo equivocarme, que la marea blanca en Madrid se parece más al independentismo catalán de lo que nos pudiera parecer. Ambos comparten que son movimientos que surgen desde las bases de la sociedad, que los partidos arropan, pero no pueden controlar (algunos no quieren tampoco) y sobre todo, que ambos surgen como respuestas ante la injusticia, la opresión y la falta de escrúpulos de unos dirigentes que buscan el negocio y el interés de clase, de la clase rica y poderosa, por encima del interés de todos, en Madrid y en Barcelona.

Por ello toca ponerse a trabajar para que las ilusiones y las esperanzas depositadas en unos movimientos de rechazo, de ruptura, se conviertan en unos procesos de creación, de construcción de una nueva sociedad, que anteponga la justicia, la igualdad (también y quizás, sobre todo la justicia cultural) a la xenofobia españolista y catalanista que anida en muchos de los tópicos que alimentan quienes usan estos sentimientos para tapar sus vergüenzas especuladoras y si al final de ese proceso Catalunya quiere ser independiente, que lo sea, pero no como contraposición a nada, sino porque sea la solución más favorable para todos/as.